Por mucho tiempo viví privándome de sentir, de volver a querer, de volver a creer, de aprender y simplemente de vivir.
Descubrí que más que protegerme, había diseñado una cárcel donde me hice prisionera de mis miedos.
El temor a volver a sentir dolor en mi vida era constante y ante cualquier muestra de interés cualquier intento de cariño hacia mi, buscaba incansablemente la forma de sabotearlo. Ya tenía una barrera y necesitaba protegerla, mantenerla fuerte y firme, no permitir que nadie entrara.
Estaba en un lugar seguro, rodeada de mis seres queridos y siempre alerta para que nada ni nadie entrara a ocasionar algún disturbio.
Sin esperarlo, comenzó un latido diferente dentro de mi. Te metiste en mis días, en mi mente y lograste entrar a mi corazón. Rompiste mis barreras, renovaste mis sentimientos y me recordaste que todo esto es vivir.
Llenaste mis días de luz, de paz y de ilusión. Trajiste contigo esperanza, enseñanza y amor.
No se si fue destino o casualidad, pero sé que es nuestro tiempo para disfrutarnos, vivirnos y amarnos porque así como el resto del mundo, nosotros también merecemos esto.
Gracias por hacerme creer una vez más en la vida como es, como viene y con todo.
Gracias por todo tu amor, por sostener mi mano y recordarme que soy capaz de lograr cada sueño. Gracias por tu apoyo, por tus conquistas diarias, por tu sonrisa y esa mirada.
Gracias por derribar esa barrera, por descongelar mi corazón y traer calor a mis días.
Gracias por tu llegada y por esta historia que sigue escribiéndose.
Gracias por este amor.
laGuizar.
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