Después de aprender a soltar y a permitirme recibir, descubro que he aprendido algo nuevo, que no debería de serlo, el “no mendigar”. No andar rogando por la atención, el apoyo, el tiempo o el amor… Dejar de desgastarte por algo o alguien que no lo vale. Hablábamos de aprender a recibir, ¿no? De aceptar lo que realmente mereces. Y es que otra clave para sencillamente ser feliz y pleno es no esperar nada de nadie, dejarte sorprender por la vida, moverte del lugar donde estás si no te gusta, seguir, seguir, seguir y nunca detenerte.
Aprendí también a no permitir que pequeños detalles arruinen
grandes momentos, a valorar a todas las personas que me rodean, lo que tengo y quien soy. Aprendí que del pasado se aprende y el futuro se construye hoy, sin excusas y con un sinfín de motivos para llegar hasta donde queramos, porque en la vida todo es cuestión de actitud.
He decido no conformarme con lo que ya tengo y lo que pasa es que, justo hoy, es el
tiempo perfecto para ir por más, de luchar, de aferrarme, de no dejar de soñar,
porque ¿qué es la vida sin un sueño? Tengo hambre, ganas de ir por todo, de
lograr paso a paso y sin prisas cada propósito, cada meta, cada sueño.
Estoy convencida de que ahora me encuentro en mi mejor
versión, una que no es del todo nueva, es renovada, atrevida, una que no se
queda con las ganas de nada, una versión auténtica.
laGuizar.
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