Por mucho tiempo viví privándome de sentir, de volver a querer, de volver a creer, de aprender y simplemente de vivir. Descubrí que más que protegerme, había diseñado una cárcel donde me hice prisionera de mis miedos. El temor a volver a sentir dolor en mi vida era constante y ante cualquier muestra de interés cualquier intento de cariño hacia mi, buscaba incansablemente la forma de sabotearlo. Ya tenía una barrera y necesitaba protegerla, mantenerla fuerte y firme, no permitir que nadie entrara. Estaba en un lugar seguro, rodeada de mis seres queridos y siempre alerta para que nada ni nadie entrara a ocasionar algún disturbio. Sin esperarlo, comenzó un latido diferente dentro de mi. Te metiste en mis días, en mi mente y lograste entrar a mi corazón. Rompiste mis barreras, renovaste mis sentimientos y me recordaste que todo esto es vivir. Llenaste mis días de luz, de paz y de ilusión. Trajiste contigo esperanza, enseñanza y amor. No se si fue destino o casualidad, pero
Aquí escribo. Aquí plasmo todo lo que siento, pienso, vivo. Aquí es mi refugio. Aquí soy y aquí estoy.