El 2017 ha sido sin duda alguna un año lleno de situaciones, emociones, lecciones, personas y oportunidades totalmente inesperadas. Un año que comenzó lleno de sueños sin fecha, de ilusión y de liberación. Un año que conforme fue transcurriendo, se fue convirtiendo en una montaña rusa de emociones y retos. Un año que me ha enseñado más que el resto de todos mis años vividos, un año que me da un golpe en la cara para recordarme lo valioso de vivir el momento, un año que me grita que nada es para siempre. Un año que me invitó a soñar, que me impulsó a salir de mi zona cómoda, un año que me ilusionó, que me motivó, un año que alimentó mi Fe por medio de pruebas, un año que me ha dejado al mejor ángel de todos. Un año que me demostró y me presentó a las personas verdaderamente incondicionales, que reforzó todos los lazos con los seres amados, que nos unió y que depuró a todos aquellos que no son luz en mi vida, aquellos que para los buenos momentos no dudan en
Aquí escribo. Aquí plasmo todo lo que siento, pienso, vivo. Aquí es mi refugio. Aquí soy y aquí estoy.