Lo único que me faltaba era caer en la frustración, en la desesperación, en la impotencia y en la tristeza. Cuando llegué a este punto me di cuenta que necesitaba soltar un poco, necesitaba realmente creer, necesitaba dejar de engañarme con mis planes que no tenían ni pies ni cabeza, necesitaba dejar de pensar tanto las cosas; fue en este momento donde como si fuera algo mágico, todo, pero en serio TODO se comenzó a dar. A más de un mes de convencerme de tomar la decisión de vivir, de no perder la fe y de ser paciente, he vuelto a conectar conmigo, a ser aquella persona que era antes, una mujer que cree y que lucha por sus sueños, una mujer que es feliz con ella misma, una mujer que siempre tiene una sonrisa para regalar, una mujer sin miedo de las opiniones de los demás, una mujer completa. Hoy como nunca, me he dado el permiso de recibir. Hoy como hace mucho no lo hacía me doy el lujo de reír a carcajadas. Hoy entiendo que la clave para vivir mejor y más feliz es perder
Aquí escribo. Aquí plasmo todo lo que siento, pienso, vivo. Aquí es mi refugio. Aquí soy y aquí estoy.